martes, 21 de septiembre de 2010

Dime tu que es, dime por que cuando veo tu rostro algo dentro de mi se empieza a mover. En un cruce de miradas puedo perderme en la profundidad de tus ojos, en lo que me cuentan sin mediar palabra.
Preguntome aveces por el roce de tus manos en cualquiera de mis rincones, en todo eso que sin imaginarlo en un instante llegué a sentir, recuerdo el asombro y la felicidad que ello me dió. Hablar de tus abrazos es hablar de un gran castillo, en el cual me siento una gran seguridad y protección.
No imaginé quedar así presa de una sonrisa tan alegre, picara y sensual.
Y en el borde de tus labios he sentido como pendía, más si caía no veía un vacío al que temer, sino un templo del placer.
La transparencia de tu alma no me permite perecer, obliga a mis sentidos a no dejarme caer.

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