viernes, 13 de agosto de 2010

Estaba claro, tanto como el agua cristalina. No era la primera negativa, ni la segunda, ya se había repetido en diferentes ocasiones. 
De un latido al otro el corazón se congeló, notaba la usencia de latido. La vista se hiba nublando, acumulaban los ojos lágrimas. El pensamiento quedaba nulo. 
El alma parecía escaparse en cada suspiro. Era un golpe más, pero el más duro.
Las dudas en la mente comenzaban a brotar, la desesperación del que hacer. Notar como el cuerpo hiba perdiendo fuerzas, las ganas se apagaban y mientras el miedo acechaba.
Me di cuenta de que una vez más andaba perdida, que estaba ausente esa mano que me pudiese ayudar y sentía como me empezaba a desmoronar..

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